La Tomatina es una fiesta que se celebra en el municipio valenciano de Buñol (España). Se celebra siempre el último miércoles del mes de agosto, dentro de la semana de fiestas de Buñol y consiste en que los participantes se arrojan tomates los unos a los otros.
La Tomatina coincide con la fiesta del santo patrón de la ciudad que se celebra en el transcurso de una semana, en la que tienen lugar diferentes actividades y celebraciones previas que culminan con esta batalla de tomates que da fin a las fiestas.
La fiesta previa a La Tomatina, las calles se llenan de tomates mucho más apetecibles de lo que estarán al día siguiente. En la plaza, llena de paellas, se cocina sobre fuegos de leña y se bebe vino hasta altas horas de la madrugada. El miércoles por la mañana muy temprano, los comerciantes y propietarios de locales en torno a la Plaza se afanan por proteger puertas y ventanas antes de la gran batalla.
En torno a las 10 horas comienza el primer evento de La Tomatina. Es el "palo jabón", una cucaña que consiste en subir a un poste engrasado para alcanzar un jamón colgado en la parte superior. Una vez que alguien ha conseguido soltar el jamón del palo, se da la señal para el comienzo de la batalla de tomates, que suele ser sobre las 11 del mediodía, cuando suena la carcasa y comienza el evento principal. Seis camiones son los encargados de distribuir las casi 150 toneladas de tomate entre los asistentes, que en este 2015 alcanzarán los 22 000: los vehículos pasan a un ritmo muy lento entre la multitud congregada en el recorrido (calles San Luis, Cid, y Plaza del Pueblo) mientras un grupo de vecinos de la localidad, subidos a los volquetes de los vehículos, se encargan de repartir los tomates entre la gente, lanzándoselos. Uno de los grandes momentos de la fiesta se produce cuando las cajas de los camiones se levantan, volcando gran cantidad de tomates y jugo sobre las calles, a los que la gente se lanza para regodearse en ellos y recoger munición.
Después de exactamente una hora, la lucha termina al disparo de la segunda carcasa anunciando el final. Toda la plaza queda teñida de rojo y se forman ríos de jugo de tomate. El proceso de limpieza de las calles lo realizan las brigadas de limpieza de la localidad, ayudadas por los propios vecinos. Los participantes suelen aprovechar el agua de las mangueras para quitarse el tomate pegado al cuerpo y así darse un primer aseo. Algunos se acercan al charco de “los peñones” para lavarse. Tras la limpieza, las calles del pueblo, que son de adoquín, quedan impolutas debido a la acidez del tomate que desinfecta y limpia a fondo todas las superficies.
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Los tomates proceden de Xilxes (Castellón), donde son menos costosos y se cultivan específicamente para estas fiestas, ya que su sabor no resulta adecuado para el consumo.1 Para los participantes se recomienda el uso de gafas protectoras y guantes. Antes de lanzarlos, los tomates se deben aplastar para que no dañen a nadie.
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